Cómo favorecer la biodiversidad y el control biológico de plagas
Futurcrop - 18-02-2019
La acción de los insecticidas contra las plagas y sus depredadores naturales, y la simplificación del paisaje agrícola, eliminando indiscriminadamente malezas, la flora y arbustiva autóctona como reservorio de fauna útil, son algunas de las principales causas del problema de la proliferación actual de plagas en la agricultura. El monocultivo reduce drásticamente la biodiversidad.
La agricultura considerada como proceso industrial de producción de comida, que aumenta la producción al menor coste y acelera los procesos mediante productos químicos, lleva años causando serios problemas medioambientales. Entre otras cosas, este sistema de producción favorece la limpieza de campos de matorrales, setos, árboles y arbustos. Pero esta práctica supone la pérdida de reduce la biodiversidad en los paisajes agrícolas y la eliminación de los hábitats propios de las especies autóctonas, depredadores y parásitos de plagas, y provoca por tanto una mayor vulnerabilidad de los cultivos a plagas y enfermedades.
Esta intensificación en la producción agrícola crea una altísima presión de plagas y enfermedades sobre los cultivos, que se combate habitualmente con productos químicos. Sin embargo, numerosas investigaciones demuestran que el uso indiscriminado de los insecticidas agrícolas causa daños en el medio ambiente, en el agricultor, y en el propio consumidor. Conociendo los daños que estos productos pueden causar, la práctica habitual del uso sistemático de productos fitosanitarios en la agricultura se justifica exclusivamente por el beneficio económico. El uso de insecticidas químicos debe ser limitado a lo necesario, optimizado para reducir los tratamientos al momento en que su uso sea más eficiente. Y para ello es preciso tener un conocimiento del desarrollo biológico de la plaga, mediante monitoreos frecuentes (o automatizados) y herramientas predictivas de las dinámicas poblacionales de las plagas.
Entre los medios de lucha contra la acción de las plagas cada vez es más frecuente utilizar depredadores y parásitos como medios alternativos/complementarios a los productos fitosanitarios. El control biológico es practicado habitualmente mediante la introducción en el medio de enemigos naturales (en muchas ocasiones exóticos) para el control de las plagas. Pero este tipo de control biológico requiere habitualmente de asistencia técnica especializada, y su éxito depende en gran medida de la oportunidad de la suelta de insectos y que esta se realice en las condiciones climatológicas adecuadas. El control biológico de las plagas suele ser además un recurso caro en comparación con la aplicación de insecticidas.
Pero el control biológico de plagas puede también puede ser promovido de una manera natural, conservadora, como consecuencia de la introducción de ciertas modificaciones en el entorno agrícola, los hábitats, que favorezcan la presencia de los enemigos naturales y autóctonos de las plagas. Introducir o conservar setos multi específicos (al menos 5 especies arbustivas), arbustos, follaje, cubiertas vegetales, malezas que no afecten al cultivo, islas de vegetación, corredores verdes, márgenes de campos con flores silvestres, etc en el entorno agrícola permite establecer un reservorio de especies depredadoras o parasitarias de plagas, asegurando su hábitat y su alimento. De este modo, aumentando la diversidad de enemigos naturales se consigue disminuir la densidad de las poblaciones de plagas.
El manejo y conservación de parches seminaturales en los bordes de caminos, de límites entre lotes, terraplenes y otras áreas no manejadas, permite ayudar a la regulación de las poblaciones de insectos fitófagos. Incluso la maleza que no interfiere con el rendimiento del cultivo permite aportar alimento a las poblaciones de insectos durante todo su ciclo de vida, y constituyen un sostén fundamental de la biodiversidad animal. Es importante controlar que las especies para esos hábitats florezcan secuencialmente, para proporcionar alimento todo el año (polen o néctar) a los enemigos naturales de las plagas, que sean especies vegetales autóctonas, y que que no especies sean hospederas de enfermedades víricas, que puedan ser transmitidas a los cultivos.
En el entorno mediterráneo, por ejemplo, el escobizo o bocha blanca es una planta que puede servir en este sentido. Además, se trata de una planta que contribuye a fertilizar los suelos. También son plantas idóneas que sirven como reservorio de fauna la adelfilla, el tomillo, la esparraguera blanca, el romero, el mirto, el esparto, etc.
Mediante la conservación de este tipo de hábitats favorecemos la presencia de larvas y adultos de la familia de Carábidos (una de las familias más grandes de los Coleópteros), presentes en setos y cultivos de cobertura, que son depredadores de orugas, pupas y adultos de Lepidópteros. También favorecemos la presencia de Estafilínidos, que son también Coleópteros depredadores de huevos y larvas de mariposas. O Coccinélidos, como las mariquitas, que depredan tanto en estado adulto como en estado de larva, pulgones, cochinillas y otras especies de plagas. Las chinches , que se alimentan de áfidos, huevos y otros insectos de cuerpo blando, como los Antocóridos (que suelen localizarse en las flores y depredan diariamente entre 20 y 40 ácaros y trips), los Orius o los Míridos (por ejemplo, Dicyphus tamaninii y Macrolophus caliginosus, que contribuyen al control de mosca blanca). Las larvas de crisopas son depredadoras de áfidos, aunque también atacan a otras plagas agrícolas, como escamas, psílidos, ácaros, etc. Suelen estar presentes en zonas naturales con presencia de hierbas, arbustos y árboles, pues también se alimentan de su néctar y polen. Ciertas moscas son depredadoras de insectos nocivos para los cultivos, como las de la familia de los Sírfidos, los cuales ponen los huevos entre las colonias de pulgones para que sirvan como alimento de sus muy voraces larvas. Además facilitan la polinización cuando son adultos, pues se alimentan de néctar y polen.
Caribidos
Crisopas
Estafilinidos
Miridos
Orius
Sirfidos
Evidentemente el control de biológico de plagas conservativo, mediante el desarrollo y cuidado de esos hábitats que facilitan la presencia de depredadores autóctonos de plagas puede tener algunos inconvenientes, pues reduce en alguna medida la superficie de la explotación agrícola, los hábitats necesitan cierto mantenimiento y pueden dificultar el movimiento de la maquinaria en las labores del campo. Sin embargo, dichos inconvenientes resultan compensados por sus efectos, si se considera que recuperar la biodiversidad de los hábitats permite controlar naturalmente las plagas, reducir los insumos agrícolas y aumentar la resiliencia y productividad de los cultivos.
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