26 nuevas plagas agrícolas introducidas en España
Futurcrop - 19-08-2019
La incidencia medioambiental y económica de la introducción en nuevos territorios de plagas y enfermedades invasivas tiene graves consecuencias medioambientales y económicas. La introducción de la filoxera (Daktulosphaira vitifoliae) en Europa se produjo como consecuencia de la importación de vides americanas, con la intención de algunos viticultores de ensayar especies y variedades resistentes al oídio, enfermedad producida por el hongo Uncinula necator, que, procedente de América, había invadido los viñedos europeos a mediados del siglo XIX. Fue la intervención humana la que introdujo en Europa el hemíptero de la familia Phylloxeridae. La filoxera tiene la peculiaridad de que una fase biológica de su ciclo de vida se desarrolla en las hojas de la vid, y tiene una fase subterránea que produce picaduras en las raíces. Debido a ello se consideró que eran dos especies distintas. Su actividad aérea era conocida en norteamérica (y se identificó como especie, Pemphigus vitifolii). Pero en Francia lo que primero se detectó fueron las picaduras en las raíces, clasificando el insecto como Rhizaphis vastatrix. Tuvieron que transcurrir 7 años, desde que se descubrieron los primeros daños de la plaga en Francia, hasta que se determinó que en realidad se trataba del mismo insecto que el que causaba daños en las vides silvestres de norteamérica.
La filoxera se propagó tan rápido y fue tan devastadora que cambió los sistemas y las zonas de producción de uva en Europa. El problema de la filoxera se controló muchos años después, cuando se utilizaron vides europeas injertadas sobre pies de especies americanas, que habían mostrado resistencia contrastada contra el insecto.
Actualmente el incremento del comercio internacional de productos agrícolas y material vegetal infestado, junto al calentamiento global, que favorece el establecimiento de especies tropicales en territorios en los que anteriormente la climatología no permitía su desarrollo, son las 2 condiciones principales que han incrementado notablemente el fenómeno de las especies invasivas y las plagas transnacionales. La introducción de nuevas plagas y enfermedades es cada vez más frecuente, y su control y erradicación más difícil. El control de la propagación transnacional de plagas y enfermedades es el gran reto con el que se enfrenta la agricultura actual. La implantación de estas nuevas plagas en un nuevo entorno supone la pérdida de diversidad ecológica y la alteración de los hábitats invadidos. Además, económicamente son importantes los efectos directos, y en ocasiones irreversibles, sobre las actividades agropecuarias.
España es uno de los países fundadores de la European and Mediterranean Plant Protection Organization (EPPO), organización intergubernamental, que se constituye en 1951 para la cooperación entre los países en temas de sanidad vegetal. A pesar de ello, desde la segunda mitad del siglo XX se han introducido en España más de 26 nuevas plagas que afectan a la agricultura y más de 23 plagas que dañan bosques, parques y jardines (entre otros, el tigre del plátano, el picudo de la palmera, la minadora sudafricana del clavel, la mariposa de los geranios, el pulgón de los cedros, la oruga del boj, etc). Aunque sean plagas desde hace años, algunas plagas de gran impacto para los cultivos - como la polilla del tomate, el piojo rojo de California, los trips o diversas especies de mosca blanca- fueron introducidas en España hace más de 2 décadas. El Piojo rojo de California está presente en los campos españoles desde 1955, sin que la Administración Pública haya podido erradicar la plaga. Ni la legislación, ni las medidas de cuarentena, ni la lucha química contra las plagas transnacionales ha tenido éxito. No han detenido su expansión ni su acción sobre los cultivos.
Durante la primera mitad del siglo XX se introdujo, y se aclimató en España, el piojo rojo de california, actualmente una de las principales plagas que afecta a los cítricos en España. Su tratamiento químico se realiza principalmente mediante productos que contienen la materia activa Imidacloprid. Pero estos insecticidas, como se ha hecho evidente recientemente, junto a otros de la misma familia, los neonicotinoides, tienen como consecuencia la disminución de la población de las abejas en Europa. Años de tratamiento no han servido más que para dañar irremediablemente el medio ambiente.
En los años 40 se identificaron ejemplares en España de mosca blanca es una plaga de gran importancia económica por los daños que causa y por el coste que supone su control, pues se trata de una especie muy resistente a los fitosanitarios. Además es vector de numerosos virus, entre ellos el TYLCV (virus del rizado amarillo del tomate, o virus de la cuchara)
En los años 60, se introdujo en España otra plaga que afecta a los cítricos, la mosca blanca algodonosa. Las moscas blancas son originarias de zonas tropicales y subtropicales, que habitan principalmente entre las latitudes 30º norte y 30º sur. Pero actualmente diversas especies están presentes en todo el mundo. Existen más de 60 especies de moscas blancas que dañan los cítricos, pero sólo algunas pueden producir pérdidas económicas relevantes.
La mosca blanca algodonosa se expandió rápidamente por la Península Ibérica, causando inicialmente graves daños.
En la década de los 70 se introdujo en España la Grafolita molesta, una importante plaga, que afecta a los frutales de hueso y pepita. Actualmente la plaga está presente en la mayoría de las zonas productoras. Su incidencia se ha incrementado notablemente en los últimos años, especialmente en frutales de pepita, en los que se han registrado daños de hasta un 30%.
En esa década se introdujo también la Lyromiza trifolii, plaga originaria de Florida, altamente polifaga (pues tiene más de 120 hospederos). Se introdujo en España en 1975. Actualmente es la especie de minadores de hojas con más presencia, y que causa más daños, en los cultivos hortícolas de invernadero del sur de España.
En los años 70 se introdujo en España el escarabajo o gorgojo Khapra, una plaga de granos y productos almacenados de gran importancia económica en un doble sentido. Por un lado, al alimentarse esta especie produce una masa polvorienta compuesta por heces y desechos de alimentación que disminuyen el peso y la calidad del grano Y por otro lado, numerosos países la consideran una plaga cuarentenaria, estableciendo importantes restricciones en las importaciones a los países que tienen poblaciones establecidas de esta plaga.
En los años 80 se introdujeron plagas en la Península que hoy son comunes en todos los cultivos hortofrutícolas. La causa del aumento en el número de plagas transnacionales introducidas en España en esa década probablemente se debe al aumento de las importaciones extracomunitarias de países con problemas de plagas que tenían la capacidad para adaptarse al clima y las condiciones medioambientales del Mediterráneo. La Unión Europea facilitó la importación de productos agrícolas y, desde el punto de vista fitosanitario, se redactaron reglamentos, se establecieron comisiones de trabajo, etc, pero no adoptó medidas eficientes que evitara la introducción de fauna que que pudiera afectar a los ecosistemas europeos y a la producción agrícola: la obligatoria inspección del producto en origen, mecanismos para el rechazo de mercancías, protocolos de actuación coordinada, medidas concretas, etc. Primaron los acuerdos comerciales, pero no tuvieron en cuenta la necesidad de proteger efectivamente el sistema agrícola y medioambiental de los países europeos. El sector citrícola es el que ha sufrido en mayor medida la introducción de plagas foráneas desde los años 80, pues se han introducido en España hasta 15 plagas que afectan a los cítricos.
El ácaro rojo de los cítricos, que se introdujo en España en esa época, es una de las peores plagas de cítricos en todo el mundo. En Europa se encontró por vez primera en Yugoslavia en 1949, y se extendió a otros países de la zona mediterránea cercanos. La plaga se identificó por primera vez en España en 1981 en el término municipal de Alcalalí. Un año después ya se identificaron ejemplares en Castellón y Andalucía.
Procedente de Estados Unidos, el trip de las flores llegó a Holanda, seguramente en un cargamento de esquejes de flores en 1983. Tres años después ya se identificó la plaga en España. En ese momento no existían productos químicos en el mercado eficaces contra la plaga, así que la población se propagó rápidamente, causando graves daños. Actualmente, aunque se pueda controlar su daño directo, los daños debidos al virus TSWV ("Tomato Spotted Wilt Virus"), que es transmitido por esta especie de trips, son muy severos en ciertos cultivos, sobre todo de pimiento y tomate. Actualmente es la principal plaga de los cultivos hortícolas en las áreas de producción de clima cálido, así como para algunos frutales de hueso, cultivos florales y ornamentales. Debido a su gran capacidad de adaptación y elevada capacidad reproductiva, suelen aplicarse reiterados tratamientos químicos a lo largo de un ciclo de cultivo. Pueden realizarse hasta 20 aplicaciones específicas contra la Frankliniella occidentalis a lo largo de una campaña. La reiteración de los tratamientos les ha restado eficacia, de modo que actualmente existen dificultades para controlar la plaga como vector de TSWV.
Los años 90, con el incremento del comercio internacional y los efectos evidentes del cambio climático, fue la década en la que establecieron plagas y enfermedades hoy comunes en los cultivos. Algunos, como los ácaros del champiñón, el minador o la mosca blanca se han convertido en importantes plagas, que causan graves daños económicos en la agricultura.
Ya tenemos conocimiento de varias plagas que se introdujeron en España a partir del año 2000. Pueden transcurrir varios años hasta que se detecta las poblaciones de las plagas transnacionales, pues generalmente tienen que aumentar las poblaciones y causar daños considerables. La industria citrícola sigue siendo muy castigada por la entrada de nuevas plagas, como la cochinilla del cítrico o el cotonet de Les Valls. Además en este último caso, la plaga, cuaternaria en muchos países, restringida hasta la fecha a África, puede suponer serios problemas para la exportación.
En el año 2007 se introdujo en España la Drosofila de alas manchadas, una mosca originaria de Asia que está causando graves pérdidas económicas a los productores de frutos rojos (especialmente cerezas, fresas, uvas, moras y arándanos) pero también a productores de fruta de hueso.
Estas y otras plagas han conseguido instalarse en los cultivos españoles, causando graves daños económicos a los productores, y grandes beneficios a las empresas de productos fitosanitarios. Mientras, con lentitud, los diversos departamentos de las Administraciones Públicas publican Reglamentos de contingencia:
- Normas fitosanitarias relativas a la importación, exportación y tránsito de vegetales y productos vegetales
- Períodos de cuarentena
- Prohibiciones de cultivo
- Destrucción del material contaminado
- Indemnizaciones (en algunos casos) a los productores.
- Medidas de control e inspección.
- Declaración de zonas infectadas.
Se trata principalmente de medidas de monitorización, profilácticas y (en algunos casos) tratamientos sanitarios. Pero no parece que ninguna de esas medidas haya tenido efecto alguno en el control de las plagas agrícolas descritas.
Los casos de éxito en la erradicación de una plaga foránea de un territorio indican que hace falta una acción coordinada entre la Administración, universidades y empresas privadas, en el establecimiento de estrategias de éxito definidas, y la coordinación en la aplicación. Se tiene éxito cuando se aplica un plan integral de acción coordinada, mediante la combinación de las herramientas adecuadas para la especie específica:
- Evitar el uso de insecticidas químicos, salvo totalmente necesario.Facilitar herramientas, según la técnica acordada, por ejemplo difusores de feromonas si se considera que la medida de control adecuada es la confusión sexual.
- Alertas de aplicación en momentos oportunos,
- Aplicaciones aéreas (por ejemplo de feromonas) cuando corresponda.
En todo caso, cada recurso fitosanitario debe ser utilizado según la incidencia de la plaga en cada territorio, y en el momento adecuado para hacer más efectivo el control.
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