Pesticidas que pierden eficacia, el negocio de los laboratorios, y no hay soluciones sencillas
Futurcrop - 15-11-2016
El desarrollo y comercialización de insecticidas químicos, a partir de los años 40, consiguió reducir inicialmente las pérdidas en la producción agrícola causada por plagas y enfermedades. Los pesticidas, se dijo, son esenciales para asegurar la producción de las cosechas y hacerlo a bajo coste. Sin embargo, se ha visto con el tiempo que, a pesar del incremento en el uso de pesticidas, el valor de estas pérdidas parece haber aumentado. ¿Cómo es posible que se gaste más dinero y que el problema persista?.
La falta de eficacia de un producto químico en el tratamiento de una plaga puede estar determinada por varios factores (malas mezclas, aplicaciones inadecuadas, pH no adecuados, etc). Pero el mayor problema de estos productos es el de la resistencia que las plagas desarrollan a los productos químicos.
No es un descubrimiento reciente. En los inicios de los tratamientos químicos con DDT se observó que se morían la mayoría de insectos, pero unos pocos sobrevivían, y que se apareaban entre sí. Y las siguientes fumigaciones iban seleccionando los insectos más resistentes, simplemente porque los vulnerables al insecticida se morían. El producto químico es eficaz con el individuo más débil de la plaga y selecciona el individuo resistente, que sobrevive. No se trata de una reacción de los insectos frente al insecticida, de una cualidad que los insectos desarrollan, sino de mutaciones preadaptativas y hereditarias.
(Por cierto, el DDT fue prohibido en 1978, 30 años después de que le fuera otorgado el premio Nobel a su descubridor).
Hoy en día, ya es un hecho conocido que plagas que inicialmente fueron susceptibles a dosis relativamente bajas de un producto insecticida, después de sucesivas aplicaciones, necesitan dosis cada vez mayores, progresivamente, hasta que eventualmente el insecticida prácticamente ya no tiene efecto sobre la plaga.
Este hecho que observamos tan frecuentemente en la actualidad se debe a que los tratamientos químicos actúan como procesos de selección de los individuos con mayor resistencia a los tratamientos. En una población normal, sin tratamientos con insecticidas, los genes de resistencia al producto químico están presentes en baja frecuencia. Pero el uso prolongado de insecticidas provoca la selección de insectos resistentes, es decir, de insectos con la capacidad de tolerar dosis de veneno que sería mortal para la mayoría de individuos de la misma especie.
La resistencia que desarrollan las plagas al químico insecticida puede ser de dos tipos. La resistencia es cruzada, cuando se desarrolla una resistencia a distintos insecticidas relacionados toxicológicamente, que tienen una misma acción, como organoclorados y piretroide. Tal es el caso en el que la plaga llega a desarrollar resistencia a la Deltametrina y a la Cipermetrina, aunque este último no haya sido aplicado. Por otro lado, la resistencia se denomina múltiple, cuando hay una resistencia a insecticidas con distinto modos de acción, como es el caso del Clorpirifós y el Spinosad.
La evolución de resistencias a los insecticidas está bien documentada. En 1946 había 11 especies de artrópodos con resistencia a pesticidas. En 1970 fueron 224. Y en 1984, 447 especies de artrópodos eran resistentes a pesticidas. La resistencia más frecuente se da en el orden de los dípteros, seguido de lepidópteros y coleópteros. Las especies resistentes a pesticidas incluyen la mayoría de las principales plagas.
La paradoja de aumentar el consumo de insecticida y disminuir su eficacia.
Dado que las plagas se van haciendo más resistentes, el agricultor proporciona cada vez una dosis mayor de insecticida a las plagas. Con el paso del tiempo, el insecticida tiene menos efecto en el control de las plagas. Y como el tratamiento no tiene efecto, se incrementa el número de aplicaciones, y se aumentan las dosis. Así es el comportamiento instintivo del ser humano. Sin embargo, este proceder no hace otra cosa que acelerar el propio proceso de selección de los individuos más resistentes al producto químico. El aumento de las repeticiones de insecticida, no controla de manera más eficaz la plaga, sino que generamos una mayor incidencia de individuos resistentes. Porque la aplicación de más tratamientos seguidos acentúa la eliminación de insectos sensibles, que pueden diluir los genes de resistencia. Hasta que, finalmente, y como resultado de las sucesivas e indiscriminadas fumigaciones, hemos seleccionado un conjunto de individuos con capacidad para sobrevivir a la exposición de insecticida que para otros habría sido letal.
El negocio de la agricultura,cuando no se producen alimentos
Actualmente el mercado de insecticidas químicos está concentrado en 3 grandes multinacionales. Estas compañías suman el 70% del mercado mundial. Un negocio global que mueve anualmente más de 100.000 millones de dólares.
Hace 50 años que se repite que los pesticidas son esenciales para el suministro de alimentos a bajo coste. Sin embargo, las pérdidas anuales de las cosechas por plagas siguen aumentando. Y curiosamente sigue aumentando el consumo de pesticidas químicos.
El verdadero problema de los pesticidas es que las plagas desarrollan resistencias a los químicos en un corto período de tiempo. Cuando el insecticida tiene un efecto menor, los agricultores aumentan las dosis y/o la frecuencia de tratamiento. Pero hay un negocio detrás. Cuando finalmente el producto pierde efecto por completo, no hay problema, las empresas ya han inventado otros productos. De hecho, ya lo tenían preparado. Empieza entonces una intensa labor de marketing entre los agricultores para potenciar el consumo de los nuevos productos químicos, más eficientes, y menos dañinos para la salud. Esas empresas sólo tienen que mostrar las ventajas de sus nuevos productos frente a sus otros productos, que ya no tienen efecto.
Así Bayer compra Monsanto por 66.000 millones de dólares, y ChemChina compra Sygenta por 43.000 millones de dólares.
El concepto de Manejo de la Resistencia a Insecticidas
Si comprendemos los factores que influyen en el desarrollo de resistencias de las plagas a los productos químicos, podremos presentar medidas para combatir el fenómeno:
- El número de generaciones anuales del insecto, que influye en la medida en que cuanto mayor sea el número de generaciones anuales y más rápido sea el ciclo, mayor capacidad y rapidez tendrá la plaga en generar resistencias
- Otro factor es el de la movilidad de las poblaciones. Las poblaciones aisladas favorecen el desarrollo de resistencia a los productos químicos porque el gen que conlleva la resistencia se transmite con mayor eficacia.
- También incide la dominación de los genes de resistencia, la proporción de individuos resistentes al inicio del tratamiento.
- La frecuencia, dosis y tipo de insecticida utilizado influye en el desarrollo de la resistencia de las plagas porque, cuanto mayor es el contacto con el veneno más rápidamente se genera la resistencia.
- La persistencia de los residuos en el cultivo influyen por el mismo motivo.
Teniendo en cuenta estos factores, podemos enunciar algunas medidas que pueden frenar el mecanismo de selección de las poblaciones:
- Limitar el número de tratamientos, buscando la mayor eficiencia de los mismos. Para ello hay que conocer el momento biológico de mayor vulnerabilidad de la plaga. Y utilizar el producto que corresponda para cada estadío de la plaga. Utilizar plaguicidas de diferentes medios de acción.
- Cuando sea posible, no realizar tratamiento químico en alguna generación.
- Rotación de cultivos y cultivos complementarios.
- En la medida de lo posible utilizar insecticidas con diferentes modos de acción.
- Evitar el uso de mezclas de insecticidas.
- Aplicar la dosis recomendada. Mayor o menor dosis que la recomendada incide en el proceso de selección, con distintos mecanismos.
- En la medida de lo posible, utilizar insecticidas poco persistentes y formulaciones que no sean de liberación lenta.
- Los productos químicos o de residuo 0 deben ser compatibles con los depredadores naturales de la plaga.
- Otras estrategias pueden consistir en crear espacios libres de pesticidas, para que las poblaciones puedan reproducirse sin temor a que los genotipos de resistencia se propaguen.
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