Pesticidas cancerígenos
Futurcrop - 14-06-2019
Cuando se valora la incidencia negativa de un plaguicida químico sobre la salud humana o el medio ambiente, implícitamente se diferencia entre el riesgo de una sustancia tóxica y su peligro. Ambos dependen de la cantidad y el tiempo de exposición a la sustancia química. Pero, a diferencia del peligro de una substancia, que implica un efecto prácticamente inmediato (la intoxicación aguda), el riesgo de esa sustancia es más difícil de evaluar, pues comprende efectos a medio y largo plazo. Los riesgos sobre la salud y el medio ambiente no son inmediatos, no se producen inmediatamente tras el contacto con la sustancia. Por esa razón, es difícil dimensionar el alcance de su riesgo. Como en otros muchos casos, al ser humano le preocupa especialmente la inmediatez del peligro.
Aprovechando esta característica de la mente humana, donde prima la inmediatez del efecto, raramente se valora la toxicología de un plaguicida químico como cancerígeno, sino que es más frecuente utilizar términos como el de probabilidad o posibilidad. La Agencia de Protección del Ambiente (EPA) de USA clasifica tres plaguicidas como cancerígenos, mientras que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Internacional Agency for Research Cancer, World Health Organization) clasifica como tales 6 plaguicidas, y la Unión Europea clasifica 12.
Las discrepancias entre las agencias se justifican con la probabilidad o posibilidad de una sustancia de ser cancerígena. Existen 81 plaguicidas “probablemente cancerígenos” según EPA, 38 según IARC. Y además existe también la categoría de “posibles plaguicidas cancerígenos”, que son 113 según EPA, y 5 según IARC.
Las substancias posiblemente o probablemente cancerígenas para los humanos incluyen los encurtidos, por ejemplo, cuyo consumo frecuente aumenta la tasa de riesgo de padecer cáncer de estómago, el café, la gasolina o los teléfonos móviles, el insecticida Diclorvos o el fungicida Clorotalonil. Nadie ha padecido nunca una intoxicación por teléfonos móviles, de encurtidos (en buen estado) o de café (en dosis razonables). Ni el café daña el medio ambiente, ni contamina el aire o el suelo.
Diclorvos es un insecticida organofosforado que se utiliza para controlar insectos en graneros, los parásitos del ganado, de animales domésticos, y en fumigaciones de locales. Desde 1942 se han sintetizado más de 50.000 productos organofosforados. Y se estima que el 40% de las cosechas son tratadas con este tipo de insecticida, como son el malatión, el parathion-methyl, etc.
La diferencia entre los encurtidos y los insecticidas está en que todos los insecticidas son biocidas, con un alto riesgo de toxicidad. Y es que el riesgo de cáncer provocado por encurtidos y el riesgo cancerígeno de Diclorvos se ha medido de distinto modo. En el primer caso se basan en observaciones, información estadística no controlada en un entorno científico. Pero si se hicieron varios experimentos sobre el riesgo cancerígeno del Diclorvos. Durante 2 años ratas de laboratorio respiraron la sustancia sin aumentar la tasa de cáncer. Pero ratas alimentadas con Diclorvos durante el mismo período de tiempo presentaron un aumento en las tasas de cáncer de páncreas, estómago y leucemia. Sin embargo los experimentos no se consideran concluyentes. Para IARC, Diclorvos es un insecticida “posiblemente” cancerígeno. Para la EPA es un “probable” cancerígeno.
La clasificación toxicológica implica básicamente los conceptos peligro y riesgo, la intoxicación inmediata y los problemas para la salud y el medio ambiente, a medio y largo plazo. El peligro de intoxicación por Diclorvos implica náuseas, vómitos, dificultades en la respiración, incluso la muerte. El riesgo de Diclorvos como cancerígeno se mueve entre la probabilidad y posibilidad porque, en definitiva, aunque hay evidencias científicas, no puede establecerse un directo efecto causal a medio y largo plazo como causa de cáncer.
A los laboratorios que venden sustancias como Diclorvos les beneficia esta confusión en la clasificación, junto a otras sustancias con menor evidencia científica de su riesgo toxicológico. Se clasifica como posible/probable cancerígeno, junto a los encurtidos, pero la realidad no es tan sencilla. Ni libre de intención. El riesgo desaparece y queda sólo el peligro de la intoxicación. Y es entonces cuando se habla de que la “dosis hace el veneno” y del “uso adecuado de plaguicidas”. Pero en realidad, un plaguicida con menor peligro de toxicidad usado frecuentemente puede significar más riesgo para la salud y el medio ambiente que un plaguicida muy tóxico usando una sóla vez.
No tiene sentido la utilización injustificada, indiscriminada y repetida de los insecticidas en la agricultura.
Links externos
FuturCrop, un software que incrementa la efectividad de los tratamientos contra las plagas
Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos
International Agency for Research on Cancer
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